Hace unos días, el Colegio Italiano de Anestesia, Analgesia, Reanimación y Cuidados Intensivos (SIAARTT) publicó documento en el que se establecen las recomendaciones de la ética clínica para la admisión de un tratamiento intensivo y para su suspensión en condiciones excepcionales de desequilibrio entre las necesidades y recursos disponibles. Partía del reconocimiento de que la atención sanitaria se halla ante una situación que puede hacer necesarios criterios de ingreso a la Unidad de Cuidados intensivos (y de No ingreso), no sólo estrictamente de criterios clínicos y de proporcionalidad de cuidados, sino ajustados a un criterio que combine una “distribución justa” y una apropiada asignación de recursos sanitarios limitados. Es, pues, un escenario, asimilable al ámbito de “la medicina en situaciones de catástrofe” para el que el documento, que comenta Iván Peñalver en La Razón trata de ofrecer orientación. La cuestión está empeorando y según informa Di Blasi en The Telegraph, un equipo de crisis de Turín propone ya no atender con las medidas más extremas a las personas con mala salud en condiciones basales o que superen los 80 años